Miro al cielo con ternura y compasión, pobre cielo que se le ha hecho tanto daño. Reflejo los sentimientos con un día claro que complace al ser humano usando un short y una polera seduciendo a los transeúntes que se despojan con el viento que remece mis sentidos. Por mi parte miro desde lo alto con los ojos aún hinchados, arreglando mi vida y el mundo, culpando a los demás de mis desgracias y tolerar las infracciones que se cometen en mi contra sin pensar en los demás.
A veces pienso que nadie me quiere, que soy parte de este movimiento convencional que me hila y me estira como si fuese un muñeco más de Otto Kraus, esperando ser envasado para luego esperar un comprador que me lleve y me torture y luego me deseche.
Por estos días el camino se hace confuso y tortuoso, llevo una maquina cargada de sentimientos que pesan y que culpan a mi corazón, no hay cabida para una oportunidad mía, golpeo fuerte mi pecho y grito insostenidamente una pena que no se calla y que el único remedio para ésta es la confianza que se nota destruida con el paso de los minutos.
Grito fuerte contra el viento, es que soy un enamorado de mi propia voz que pretendo juntarla con la tuya y crear un himno de voces que ni la mejor sinfonía del mundo haya logrado.
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